Subiendo el listón

De esta historia hace ya algunos años. Por aquel entonces acababa de terminar el instituto y aún no había cumplido la mayoría de edad. Solo me había acostado con otras dos mujeres y la verdad, no con mucho éxito. Eso unido a algún complejo extra, pues tampoco ayudaba mucho. Con esas llegó el verano, y fue un buen verano.

Había conocido a una chica por internet, concretamente por Netlog (esa red social me dio más de una alegría). Ella tenía 24 años y me atraía muchísimo. La verdad, siempre he tenido predilección por las que son mayores que yo y ella me sacaba siete años. Os podéis imaginar cómo estaba.

Al principio las conversaciones eran bastante triviales, pero encajamos bastante bien en música. Por aquel entonces aparte de estar bastante salido, que no ha cambiado, escuchaba bastante punk. Que acabáramos hablando de qué canciones nos ponían más cachondos, y porqué, abría bastante el camino.

Al final me invitó a su casa. Accedí de inmediato. Como ella vivía en un pueblo y tenía que coger dos autobuses, había que quedar con tiempo. Recuerdo el día perfectamente, 29 de junio de 2008. ¿Que por qué recuerdo el día exacto? Porque ese día ocurrió algo que mucha gente recuerda, menos yo que no lo vi.

Cuando llegué a su pueblo estaba esperándome en la estación. Su pelo rubio y esos preciosos ojos azules estaban allí. Yo estaba nervioso, pero ella no lo estaba menos, lo cual me sorprendió bastante. Por cómo hablábamos en los últimos mensajes, esperaba que fuera más lanzada. Enseguida me explicaría el motivo.

Mientras caminábamos hacia su piso empezó a comentarme que había hablado sobre mí a sus amigas y claro, se habían reído de ella a base de bien. Una de las bromas era que iban a llamar a la policía por corrupción de menores o que su hermano pequeño tenía la misma edad que yo y a saber qué iba a hacer.

Paramos en un supermercado a comprar cerveza y algo de picar -y de paso descubrí que para el resto del mundo cuando dices Estrella entienden Estrella Damn y no Estrella Levante- y me dio a escoger entre ir un bar con sus amigas a ver el partido o quedarnos en su casa. A ella sí le gustaba el fútbol y ver el partido con ambiente le apetecía, y aunque ver cómo se reían sus amigas era tentador, prefería estar a solas con ella. Le propuse que bebiéramos primero en su piso y luego lo viéramos.

Llegamos a su casa, empezamos a beber y a charlar un poco. De vez en cuando me decía que si no quería que hiciéramos nada, no lo haríamos. Se había tomado bastante en serio lo de aprovecharse de mí, y no podía más que reírme. Conforme fue subiendo el alcohol fui subiendo la temperatura, como en nuestras conversaciones por internet, hasta que decidí besarla. Y reaccionó bien.

El problema comenzó cuando quise ir a más. Aún seguía un poco tímida. La verdad es que me sentó mal, con todo lo que habíamos estado hablando y el viaje que me había echado para que ahora no hubiera nada. Pero decidí tomármelo por el lado divertido. ¿Conocéis la novela «Lolita»? Esa en la que un hombre de mediana edad se enamora de una niña de 12 años. Pues me tocaba hacerle perder la cabeza, como la protagonista, para que hiciera lo que yo quería.

Ella estaba sentada en el sofá, así que me puse de rodillas sobre ella. Le agarré del pelo y acerqué mi cara a la suya, cuando intentó besarme le impedí que moviera la cabeza -No, no. O todo o nada- y me acerqué a su oreja. Empecé a susurrarle algunas estrofas de las canciones que habíamos compartido anteriormente, mientras alternaba con mordiscos. Notaba como se iba excitando cada vez más por el ritmo de su respiración, así que decidí empezar a restregarme un poco, moviendo la cadera.

Sentía que iba a reventar el pantalón con la polla porque estaba increíblemente cachondo. Me erguí para acercársela a las tetas y pude observar como me miraba el paquete y se relamía. -Qué hijo de puta eres- Me agarró de las caderas indicándome que me tumbara. Ella empezó a desnudarse y empecé a hacerlo yo también, pero me dijo que no, que quería desnudarme ella.

Se abalanzó sobre mi, medio desnuda, a besarme. Puse mis manos en su espalda y empece a descenderlas por su espalda, hasta llegar a su culo que agarré con fuerza. Se separó de mí y me sonrió pícaramente, para después pasar su lengua por mi cuello y moderlo con fuerza. Me quitó la camiseta y empezó a recorrer mi cuerpo con la lengua, hasta llegar a mis pezones que mordió intensamente. Nunca lo habían hecho y me encantó, desde entonces siempre pido que lo hagan.

Siguió descendiendo hasta mi pantalón, lo desabrochó y me los quitó. Se notaba perfectamente el bulto de mi dura polla luchando por salir del pantalón. Mientras me miraba con cara de victoria deslizó su mano por el interior de mi muslo y me mordió ligeramente el miembro. Joder, le gustaba duro y me ponía muy cachondo.

Con los dientes cogió mis calzoncillos y empezó a tirar de ellos. Ayudándose con las manos me los terminó de quitar. -Aquí está- Dijo con satisfacción, y se la llevó a la boca, sin miramientos. Empezó a mover la cabeza arriba y abajo, jugando con su lengua, transmitiéndome oleadas de placer en cada movimiento. Después comenzó a morder el tronco de la polla, pero cuando llegaba a la cabeza los retiraba. Usaba la presión justa para no hacer daño, pero el riesgo me daba mucho morbo y aumentaba la excitación.

Estaba muy cerca del orgasmo y entonces me dijo que me pusiera en pie. Lo hice y mientras ella se sentaba en el sofá volvió a chupármelo. Era tan intenso que tuve que apoyarme en la pared para no caerme. Noté que me iba a correr y se lo dije, se sacó la polla de la boca y la primera corrida le cayó en la mejilla. Pareció pensárselo y se la volvió a meter en la boca y siguió chupándomela mientras me corría en su boca sin parar.

Cuando notó que había parado y me preguntó sonriente que si me había gustado. En vez de responderle, pasé mi lengua por su mejilla para coger mi primera corrida y con ella en la boca la besé apasionadamente mientras la tumbaba en el sofa. Al mismo tiempo que mordía su cuello, mi mano recorría su cuerpo, bajando por el pecho, la cintura y subiendo por la españda, hasta que llegué al sujetador y se lo desabroché.

La verdad es que nunca había visto unas tetas tan grandes, ni las he vuelto a ver, las agarré con las dos manos y me llevé el pezón a la boca, mordisquéandolo y succionándolo con avidez. La verdad es que podría haberme quedado allí toda la vida, pero deseaba que se deshiciera entre mis brazos como había hecho yo hace un momento, así que seguí bajando.

Mientras acariciaba su muslo con una mano con la otra levantaba ligeramente la tela de su ropa interior, ya mojada, dejando al descubierto su coño depilado. Lo rocé con la punta de la lengua, de abajo arriba, sin prisa, notando el sabor ligeramente salado de su sexo. Me moría de ganas de llevármelo entero por lo que le quité las bragas con rapidez.

Allí estaba, húmedo, rosado, ligeramente hinchado y abierto para mi. Introduje mi lengua en su coño mientras su espalda se arqueaba y un ligero gemido se escapaba de sus labios. Marchaba bien. Acerqué la punta de la lengua a su clítoris, presionándolo ligeramente, acariciándolo, observando cómo reaccionaba su cuerpo a mi paso.

Me lo llevé entero a la boca, succionándolo ligeramente y jugando con él con mi lengua, adecuando mi ritmo al de sus espasmos. Sus gemidos resultaban cada vez más escandalosos, su cuerpo se movía entre mi brazos y solo era capaz de decirme «Joder». Seguí aumentando el ritmo hasta que me agarró de pelo con fuerza apretándome contra ella y sus piernas se engancharon a mi cuello al mismo tiempo que gritaba -No pares. Por tus muertos, no pares- Y no paré. Conforme se corría gritó como una salvaje y pensé que me iba a estallar la cabeza de la presión que ejercía con sus manos y piernas, pero mereció la pena.

Después follamos, pero no lo recuerdo como nada del otro mundo, aún era muy inexperto y la variedad de posturas que tenía era muy escasa. Además esta entrada ya es larga de cojones, y pocos serán los que hayan llegado hasta aquí. Pero lo que hizo remarcable aquel encuentro fue lo que me dijo al final, sin yo decirle nada -He estado tres años con mi pareja y puedo contar con los dedos de una mano los orgasmos que he tenido, y contigo esta noche habré tenido unos quince ¿Seguro que solo has follado dos veces?-

No me lo creí, sobre todo cuando me dijo que se había corrido hasta cuando me la estaba chupando. Aún así me subió mucho la autoestima y me valió para ir más suelto en posteriores encuentros. Con el tiempo aprendí que el verdadero motivo de que disfrutara tanto no fue que yo tuviera un don innato para follar, sino el morbo que le producía. La música, la edad que le hacía pensar que hacía algo que estaba mal, el no poner límites…

Como esta cuenta es anónima me da igual que no creáis lo que he escrito, al fin y al cabo no gano nada con mentiros. Pero sí me servirá de base cuando explique cosas de cómo veo yo el sexo, poder citar esa noche. Porque la verdad, siempre recordaré la noche en la que mientras Fernando Torres marcaba un gol, al otro lado de la pantalla yo marcaba quince.

 

P.D. Si queréis saber las canciones que compartíamos, aquí algunos ejemplos

Tú me vicias – El Último ke Zierre

Cómemelo – Lujuria

Haz lo que quieras – Barricada

Quiero ser tu perro – El Último ke Zierre

6 comentarios en “Subiendo el listón

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